Hay muchas cosas en este mundo que no tienen explicación y/o no se pueden entender, una de ellas es la existencia de Dios. Tenemos que aprender que el tiempo no aplica para El, mas se mueve en el nuestro, que lo físico es solo imagen distorsionada de la verdad y aquello a lo que nos aferramos no existe, mas El es.

Libros Sagrados de diferentes religiones tratan de explicarnos el origen del hombre para que nuestras mentes humanas acepten y nuestro espíritu despierte, pero como resultado de la tergiversación de sus versos terminamos humanizando a Dios y lo ponemos casi a nuestro nivel, cosa que está muy distante de serlo y por esto aquellos quienes no creen en Dios se burlan de su existencia y de la fe…como decía Nietzsche “Dios ha muerto”, ustedes lo mataron.

No podemos concebir verdades como la vida sin tiempo (estamos atrapados en su curso), una dimensión fuera de lo sensorial (tenemos esas limitaciones), una intervención divina desde el principio (nosotros mismos), el universo (nada nace de la nada…es imposible) y muchas más, pero he ahí nuestro límite como seres de carne y hueso, negamos algo que no vemos simplemente por eso, porque no lo podemos ver y queremos pruebas. En cuestión del conocimiento de la verdad estamos en completa oscuridad, nos encontramos en un mundo lleno de hermosura pero sin luz que nos muestre su belleza y que ni siquiera podemos rozar porque está demasiado lejos de nuestro entendimiento.

Puedes encontrarte en una inmensa galería de arte a oscuras y no podrías apreciar la belleza de sus cuadros, quizás ni siquiera acercarte a ellas pues estarías desorientado y caminando en círculos, no avanzarías más por temor a caer en el vacío o por alguna de sus escaleras; así como en esta comparación, tenemos miedo de aceptar las cosas y avanzar en lo espiritual pues para ver necesitamos luz, sin ella no podrás observar la grandeza de la creación ni a su creador. Recuerda siempre que si no lo ves en la oscuridad no quiere decir que no exista…necesitas luz.