La búsqueda del hombre por encontrarse a sí mismo muchas veces no logra el objetivo final, aunque la respuesta esté muy cerca pero tan lejos a la vez pues la oscuridad de nuestro corazón pone un velo delante de nuestros ojos.

En nosotros despertó el alma para ir en busca de su Dios, el seguimiento se hace tan exhausto que es necesario alimentar el yo, para esto tropezamos con diferentes doctrinas, enseñanzas y religiones que nos hacen mucho más difícil la misión, pero qué niño recién nacido no necesita la leche para crecer antes de probar el alimento sólido, y esto solo cuando pueda digerirlo. Llega a ser muy duro con el tiempo cuando nuestros esfuerzos por conocer se hacen inútiles ante tanto tropiezo en el camino, pero de eso se trata, pues la recompensa es la paz interior

Se va descubriendo el velo poco a poco y encontramos que en lugar de avanzar debimos retroceder, que la respuesta no estaba fuera sino dentro y que para que sea revelada la vida hay que morir. Lo asombroso de esto es que la naturaleza misma nos acusa pues la hemos rechazado, escogimos la evolución equivocada y nos apartamos de nuestro origen cuando no podemos sobrevivir sin ella, se hace necesaria la renovación por culpa de nuestro desconocimiento.

Todo está infinitamente conectado y solo el paso del tiempo le recordará al ser humano que se aparto del camino para escoger el propio, que esto fué necesario que ocurra pues aún si la noche es oscura y los caminos desconocidos, solo los que puedan reconocer la senda que los lleve a casa se librarán de su esclavitud, los que no, sufrirán pérdida o nunca llegarán pues el cansancio y los peligros de la ruta que escogieron se encargarán de ellos.

Por eso insiste, no pierdas las esperanzas...pues es muy fácil encontrar lo que buscas aunque difícil sea el reconocerlo.